De Negri y Le Consort encumbran la cantata barroca francesa en el gótico barcelonés

Revista Scherzo

La cantata barroca francesa llegó a su cénit en la primera mitad del siglo XVIII. El refinamiento y fuerza pasional que contienen sus versos cobran si cabe mayor trascendencia expresiva bajo la música legada por Michel Pignolet de Montéclair y, por supuesto, por la que suscribió el gran Louis-Nicolas Clérambault. La admirable voz de la soprano Emmanuelle de Negri, acompañada por los cuatro integrantes de Le Consort —con el joven clavecinista Justin Taylor a la cabeza—trasladaron una selección de estas páginas del Barroco francés hasta la Capilla de Santa Ágata, una de las joyas del gótico catalán y que ya se ha convertido en una de las sedes emblemáticas para albergar los conciertos del Festival Llums d’Antiga que organiza el Auditorio de Barcelona.

Y en esta capilla de principios del siglo XIV emergió la música de Montéclair y Clérambault junto a Le Sommeil d’ Ulisse de Élisabeth Jacquet de la Guerre y Venez chère ombre perteneciente a Les Regrets de Louis-Antoine Lefebvre, en un concierto en que sensibilidad musical y elegancia interpretativa fueron siempre de la mano. Los violinistas Théotime Langlois de Swarte y Sophie de Bardonnèche, la espléndida Louise Pierrard a la viola da gamba y Justin Taylor al clavecín dialogaron con naturalidad y empatía para entablar unos matices moderados en sus dinámicas hacia la búsqueda de la elegancia inherente a esta música. Su uso mesurado de las ornamentaciones y la proporción en el equilibrio del sonido que logran estos jóvenes músicos creaban un sustento instrumental idóneo para respaldar la voz de Emmanuelle de Negri, soprano que ya actuó en Barcelona el enero del pasado año en la representación liceística de Platée, encarnando los roles de Amour y Clarine.

De la voz de Emmanuelle de Negri fascinó la naturalidad imprimida en Léandre et Héro de Clérambault una historia de amor prohibido que concluye con el suicido de Hero tras el naufragio sufrido por Leandro; fuerza dramática para otorgar el sentido justo de la palabra en los recitativos y una luminosidad en su voz que se acercaba a la brillantez que irradian las arias de las cantatas italianas. Su voz es tersa, cálida en su centro vocal, proyectada con firmeza, con una claridad de dicción absoluta, sin fisuras en una tesitura que le permite alzarse con solvencia en el registro agudo. La naturalidad con la que cantó el complejo Le sommeil d’ Ulisse —estuvo bravísima en la pasión inferida en el aria Ulisse que la glorie appelle— tuvo como contraposición expresiva el dramatismo transmitido en la melancólica Venez chére ombre de Lefebvre. Emmanuelle de Negri dio habida cuenta de los muchos quilates que atesora su voz para afrontar el repertorio barroco francés.

Taylor, que repetía actuación en la Capilla de Santa Ágata tras sus recitales dedicados años atrás respectivamente a la familia Forqueray y a Soler, Scarlatti y Ligeti, estuvo como siempre magistral; la viola da gamba de Louise Pierrard, clarísima en el sonido; Théotime Langlois de Swarte —referencia ineludible de la música para violín barroco, encumbrado por sus colaboraciones discográficos junto a William Christie— sumamente preciso y Sophie de Bardonnèche impecable en todas sus intervenciones. Bellísimas interpretaciones siempre mesuradas en el contraste de dos Sonatas de Jean François Dandrieu que refrendaron la eclosión y reconocimiento que está viviendo el conjunto Le Consort.

Luis Trullen – Scherzo

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